domingo, 22 de agosto de 2010

La boda

En verdad que es increíble mi maldita mala suerte. En pleno mes de Agosto y a la gente no se le ocurre otra cosa que casarse con este calor infernal. Y como sacristán interino, no me queda mas remedio que bregar con estas historias.
De las bodas, recuerdo en mi mas tierna niñez cuando mi padre se empecinó en ir a la boda de un primo segundo con el que no tengo trato. Tenía 8 años, y la boda era un domingo en una iglesia principal de la ciudad. El Viernes previo a la boda, me puse enfermo con gastroenteritis pero mi padre, ignorando mi estado de salud y pensando que ya estaba bien del todo (cuando no podía probar bocado) me arrastró a la iglesia con un trajecito para la ocasión.
En la iglesia, tuve arcadas y aunque casi no vomitaba porque no había comido, mi madre me tuvo que sacar. Manche la camisa con saliva de vomito, y con la cara pálida me llevaron al convite donde, alguien tuvo la feliz idea, a pesar de mi estado, de darme un par de mini bocaditos de entremeses y encima una tónica para que se me pasara. Así, con molestias aguante en una mesa los primeros platos del convite en un ambiente ruidoso y enrarecido por el humo del tabaco. Cuando llegaba la tarta, justo antes de que la cortaran los novios, un vomito y una pedorreta diarreica arruinaron el postre a mis padres, dada la peste que exhalaba mi pequeño cuerpo, debiendo abandonar el convite sin probar la tarta, con el consiguiente enfado paterno.
Y ahora, al cabo del tiempo, cuando por supuesto nadie me invita a su boda dado que traigo mala suerte, me toca hacer de monaguillo y sacristán de una boda concertada previamente.
He descubierto cosas que desconocía de la iglesia; hay tarifas para cada cosa, y para una misa de difuntos, por 6 euros se puede encargar una. Se apunta en la agenda, se coloca el nombre del finado, y en la misa señalada el cura solo añade una frase en las preces, “acuérdate de fulano que llamaste de este mundo a tu presencia” , que ya quisiera yo que por pronunciar una frase a mi me pagaran ese dinero. En relación a las bodas, como evidentemente ligo menos que el pegamento mojao y las mujeres me rehuyen no tenia ni idea de los problemas que acarrean si uno se casa por la iglesia. Si la novia no  pertenece a la parroquia donde se quiere contraer matrimonio, hay que pagar dinero a la iglesia escogida, y por razones sentimentales, por casarse delante del cristo tal o la virgen cual, o por ser de una cofradía determinada mucha gente lo hace. También, por cuenta de los contrayentes, corren las flores y los adornos del altar, siendo después mi menda lerenda el encargado de quitar las flores antes de que se marchiten. Previamente, también esta la “toma de dichos” o los desposorios, que hay que poner en el tablón de anuncios de la iglesia por si alguien quiere alegar algún impedimento. Y junto a todo ello, se agradece una limosna o donativo.
La boda estaba planificada y organizada desde la primavera, además el cura no seria Don José, sino otro sacerdote amigo de la familia.
Ese día, hay que llegar mucho antes para que la empresa de las flores dichosas adorne el altar, y por supuesto en estos casos no se ayuda a la misa de paisano, sino con el ridiculo vestido litúrgico blanco con encajes y  rojo que no veas el calor que pasas, que me han dicho que se llama de “acolito rojo con roquete”, vaya nombrecito.
Una vez que los señores de las flores hubieron terminado, toca extender una antiquísima y pesadísima alfombra que en sus buenos tiempos era de color rojo que va desde la puerta del templo al altar mayor, hay que abrir la iglesia un poco antes por si los invitados llegan con bastante mas antelación.
Y así, poco a poco y van llegando los invitados mas tempraneros, pobre gente que, a pesar de las penalidades económicas por las que estamos pasando quieren presumir al menos por un día con extraños modelitos pseudolujosos y dándoselas de que disponen de un fuerte poder económico cuando seguramente ni llegan a fin de mes como yo.
Aparece, vestido totalmente de paisano el cura amigo de los contrayentes, hombre de mediana edad que además se identifica como “canónigo”. Al individuo, bastante alto, estirado y tremendamente gordo, parece que la vida sedentaria le sienta bien, pero por ser “canónigo”  te mira desde arriba, como si tu fueras un gusano miserable. Me trata de usted, y me dice que “debo colocarme siempre a su derecha” y en “actitud humilde” , como dando a entender que es el quien manda y yo quien, como humilde siervo, debe obedecerle. También llega un organista, al que tengo que acompañar a la parte alta de la iglesia, por una estrecha escalera parecida a las películas de misterio, llenas de telarañas hasta un viejo órgano al que previamente tuve que pasar el plumero, levantando una nube de polvo asfixiante.
Con un calor infernal en la calle, van llegando los invitados, ellos vestidos con chaqueta y corbata, algunos incluso a pesar del calor vestidos oscuros, y ellas con extraños sombreros y vestidos multicolores mientras yo, comienzo a dar paseos llevando y trayendo los objetos litúrgicos al altar, tras haber colocado justo delante del mismo los reclinatorios y un banco para los novios y los padrinos, punto final de la pesadísima alfombras que, seguramente, cuando Lola Flores hizo su primera comunión debía ser de color rojo.
Observo a una señora mayor con un sombrero bastante grande, con una especie de rejilla y una frutería en la cabeza, pues parece que tiene como un racimo de uvas colgando y junto a ello, extraños trajes, una chica de buen ver con un amplio escote y una falda de tigresa que parece que mas que ir a una boda busca aparearse con un macho, otra con unos pantalones ridículos, con una parte roja que por medio de las piernas se convierte en purpurina dorada, un tio con una chaqueta blanca y que llevaba como en la solapa una ramito de romero, con unos pantalones claros de cuero, y asi voy, mientras preparo los ornamentos encontrándome una extraña fauna multicolor. Junto a ello, algunos niños pequeños con trajes ridículos, los pobrecitos con 40 grados a la sombra y con mangas largas.
Y así, por fin, con música desafinada de órgano de fondo, aparece la novia, del brazo de su padre que, para la ocasión venia vestido de militar, con uniforme de gala. Observo que es comandante, por la estrella de ocho puntas del uniforme, y por su edad diría que, mas que en la reserva activa estaría en la reserva pasiva desde hace ya mucho. A la novia, a pesar del velo que llevaba, la bautice como “Cyrana” en honor a Cyrano de Bergerac pues su apéndice nasal le puede, sin problemas, hacer la competencia al citado personaje. Detrás de la novia y su padre, venia el novio y la madre, el novio con un frac alquilado al que solo le falta la flor en el hojal de esas de broma que echan agua, con las mangas que le quedaban cortas, y del brazo de la que supongo que seria su madre, de mantilla, toda de azul oscuro, con el rostro repleto de colorete, que habria que excavar para ver el color de su piel, y, advirtiéndole una leve cojera, observo que lleva un zapato con un alza, o sea que tiene una pierna mas larga que otra.
Y asi, comienza la ceremonia que seguramente, en pocos años se convertirá en un nuevo divorcio que añadir a las estadísticas.
Tras un parsimonioso toque de órgano desafinado de la marcha nupcial, los contrayentes se acercan al altar con sus padrinos respectivos y comienza la solemne ceremonia.
Observo, desde mi posición a todas las señoras encopetadas y trajeadas, y de repente veo que un niño se salta del banco y se pone a corretear por el fondo de la iglesia. Lleva una especie de camisa de encaje y un pantalón oscuro que menudo calor le daría. Con horror, observo que el niño comienza a corretear sin que nadie haga nada por detenerlo. Por fin, una mujer con un traje a rayas como las cebras, sale del banco y recoge al niño. Dos minutos después, el mismo niño sale del banco y observo que se dirige directamente a un altar donde esta una Inmaculada Concepción e intenta alcanzar unos jarritos con flores, que están en la base, del mismo, de los cuales llega a pesar de su estatura, a moverlos. De nuevo sale la cebra a por el niño dichoso, pero éste  echa a correr para delante, llegando a otro altar donde, al lado de  San Antonio de Padua hay una zona para colocar exvotos y, dando saltos, intenta coger alguno de ellos. Por fin, la cebra caza al niño y de nuevo al banco.
Llega la comunión, yo deseando de acabar y al fin llega el momento que, junto con el cura,  hay que dar la comunión a la nutrida parentela que de forma hipócrita, recibe el cuerpo de Cristo ese día, y que seguramente el resto del año, al no haber convite posterior, no pisa una iglesia. Es cuando el niño dichoso, angelito del señor, mientras estoy con la bandeja recogehostias ayudando al cura, emula al bruce lee y empieza a dar patadas de karate al aire. El niño, angelito del señor, al tiempo que empieza a dar patadas grita como un condenado, zassss trasssss prummm dice el niño, y poco a poco se acerca a la fila de los que esperan la comunión, donde molesta a los sufridos feligreses dando patadas al aire, y de repente, tomando carrerilla, se dirige directo a mi gritando algo asi como tae-won-doooo y me pega una patada de karate con toda su fuerza y su mala idea directo a las piernas, de manera que me da en la pantorrilla, haciéndome doblar la rodilla de forma inesperada, pierdo el equilibrio y me caigo, agarrandome al cura, al cual casi arrastro en mi caída, pegandome un topetazo con el banco de los novios y el reclinatorio, que al menos vale para amortiguar la caida y que no llegue al suelo. Para colmo, algunos de los invitados se rien con la escena y la cebra simplemente recoge al niño sin reñirle.
Cuando al fin acaba la ceremonia, con la pierna dolorida, y una leve cojera, toca situarse en la puerta de la iglesia al lado del cura (el cual una vez desvestido se largaba al convite a hartarse de comer) y comenzar en plan protocolario a estrechar manos. El comandante-padrino, nos estrecha la mano al cura y a mi, diciéndome en voz baja “bien, muy bien” y sacando un billete de cinco euros me lo da creo que mas que como propina, como indemnización por la patada del dichoso niño.
A continuación los gamberros de turno, muy bien vestidos y enchaquetados,  pero gritando como condenados comienzan en el vestíbulo de la iglesia a arrojar arroz a mansalva, dejando perdido el portal, algo que me toca barrer a mi, asi que poca gracia me hace. Lo bueno es que el comandante, con tanto arroz en el suelo se resbala y, dando dos o tres tropezones se cae sobre una gorda con un vestido rojo chillon, que pierde el equilibrio la cual termina sobre un coche bastante sucio que estaba aparcado (ahora me rio yo) y, aunque la ayudan a levantarse, le queda un pedazo de mancha de suciedad oscura , y un brazo como un tizon lleno de mierda que no se si ni el mejor de los detergentes se la podrá quitar. Viendo que la caída no había tenido grandes efectos, y junto con el resto de la ganadería, por fin se van a ponerse morados en el convite, canonigo y niño karateka incluido.
Lo mas positivo: En un rincón de la puerta, veo que se han dejado un paquete de un kg de arroz sin abrir, del que me apropio diligentemente.
Al llegar a casa, observo que por debajo de la rodilla me ha salido un moraton. En fin, al menos han caido cinco euros y un paquete de arroz, algo es algo…

5 comentarios:

AdP dijo...

Los niños son unos cabroncetes de cuidado. A algunos habría que llevarlos con cadena. Vigílese ese cardenal.

Saludos.

La Mente no descansa dijo...

Que bestias los del video, no??..joer!!.
Menuda hipocresía lo de los bodorrios.
Total, para que?..Para acabar al poco en los juzgados?.
Bueno, pero es que hace una ilusión ser la "reina" por un día..(digo yo).
Saludos

WiiFii dijo...

Me ha recordado a mi infancia xD Lo mio no fue una boda, pero me puse malisima en una comunión de no recuerdo quien. Los padres, por querer quedar bien, hacen lo que sea. me pregunto como sere yo en unos años, si tengo hijos. Espero no hacer que algun hij@ mio pase por eso! Son curiosas las tradiciones, con sus tarifas y todo, aunque supongo que todo tiene su lado bueno y su lado malo. Aun así, firmar para asegurar que estas enamorado de alguien y gastarte un dineral en un convite, no lo veo de mi agrado. Sin mas, con este caluroso dia de agosto, propenso para boda, te mando un saludo desde el sur.
Que te vaya bonito =)

Unknown dijo...

Ha sido una casualidad como todo lo que sucede por aquí, de repente sigues mi blog y me meto a ver quién eres y el primer post que leo es este de la boda, genial no, lo siguiente, y hace ya tres años casi que lo escribiste, pero nunca es tarde para que te lean. Tu aventura gastroenterítica en la boda es muy divertida y como consecuencia todo lo de después. Me ha encantado, y gracias por seguirme en mi blog.

antonio dijo...

Menuda paella se podia hacer hecho.
Muy buen blog.