jueves, 25 de febrero de 2010

Recuerdos de un gafe estudiantil, Pauli


El pasado sabado un viejo amigo que emigró a Madrid viajó a la ciudad donde resido y se tomó el atrevimiento de llamarme para quedar conmigo, a pesar del riesgo que ello conlleva.En concreto, cuando ya nos despedíamos y, cosa curiosa, no nos había pasado nada previamente, le acompañaba a la parada del bus cuando un vehículo que circulaba a toda velocidad mientras llovía tuvo a bien regarnos de agua fresquita de cuerpo entero mientras que de nuestras gargantas y al unísono cual coro angelical, nos salió un hijo puuuuta bien sonoro pero que, dada la velocidad del vehículo supongo que no llegaría a los oídos del hijo de mala madre que nos obsequió con una buena ducha de agua sucia encharcada.

En el encuentro, algo breve pues venía a ver a sus padres, recordamos viejos tiempos de juventud, cuando acudíamos a una cervecería que frecuentábamos casi todos los días al anochecer, tras estudiar en una biblioteca cercana. Con cierta nostalgia pudimos ver cómo la cervecería ha cerrado sus puertas definitivamente. Recordábamos a la vieja sentada frente a la caja, toda de negro cobrando las cervezas, los altramuces, los barriles en los que nos sentábamos , el camarero tuerto con una nube en un ojo y el otro estrasbico mirando para fuera, el calvo que gritaba escandalosamente las tapas que le pedían y todo ello mientras mirábamos al desolado cajón de obra que ocultaba el edificio de la cervecería, derribado y ahora en obras.
A nuestra mente se agolpaban los recuerdos, el día que el bigotes, un camarero, tras rozarse conmigo y tropezar con un suelo plagado de cáscaras de altramuces se resbaló y dió con los vasos de cerveza que llevaba recogidos al suelo, cortándose con uno de ellos.Tuvo que ir a urgencias, y al día siguiente apareció con un aparatoso vendaje.Mi fama de gafe, aunque semioculta, estaba presente, y mi querido amigo con quien compartía los recuerdos en esa época quería ligarse a toda costa a una chica que le despreciaba, para lo cual, y se lo recordé, se despegaba de mi diciendo que tenía miedo de que le contagiara mi mala suerte y nunca se la ligara, y la verdad, nunca lo consiguió.En nuestro grupo de usuarios cerveceros había un estudiante de medicina, digamos que no creía en los gafes ni en el mal fario, lo cual era de agradecer.El me dijo que una vez en clase le hablaron de un científico gafe, que asombrosamente traía mala suerte a todo el mundo, pero que el no creía para nada en esas cosas, y en que yo contagiara mala suerte a los que se juntaban conmigo.
El ahora doctor M. una noche que departía conmigo tomando una cerveza se marchaba rápidamente.Al dia siguiente, tenía un examen importante de medicina, en concreto era de medicina legal, una asignatura de último curso, la última para acabar y que se le había quedado atragantada.Mientras tomaba la cerveza conmigo, presumía de que al día siguiente, sería médico.Era un examen extraordinario de Enero, pocos eran los que se examinaban y se sabía bien la asignatura.Se lo había estudiado todo, si bien había un tema que no había mirado mas que por encima, pero eran muchos temas y se lo sabía todo.
Al día siguiente, tuvo el examen.El tema que le pusieron, era el que no había mirado.Sacó un 3, 75 y tuvo que esperar a Junio, desde entonces cree en los gafes y si alguna vez me lo encuentro veo como me rehuye y me mira con recelo.
Despues de tantos recuerdos, he buscado por internet quien era ese científico gafe del que me contó diversas anécdotas, y por fin lo encontré.
Se trata de Wolfgan Pauli, y me acordé de lo que decía mi amigo de medicina cuando suspendió, me habló del "toque Pauli" aunque por lo que he leído se conoce como el "efecto Pauli".
Entre otras cosas curiosas, Pauli era casi tan gafe como yo, estaba a mi nivel.Se decía que su mera presencia en un laboratorio podía provocar que alguna cosa saliera mal. Si él andaba cerca la luz podía irse, los tubos de vacío podían comenzar de pronto a fallar y los instrumentos de laboratorio se podían parar o comenzar a arrojar lecturas erróneas.Lo más curioso sucedió con el laboratorio del profesor James Frank del Instituto de Física de la Universidad de Gottingen, voló por los aires inesperadamente sin razón aparente. Lo más extraño era que Pauli, que en aquel momento estaba de viaje hacia Dinamarca, ni siquiera había entrado en el edificio.Hasta unos días después no se descubrió que la catástrofe había tenido lugar en el preciso instante en que el tren que transportaba a Pauli desde Zurich hasta Copenhague, se había detenido a recoger a más viajeros ¡en la estación de tren de Gottingen!
En fin, para que digan que los gafes no existimos.....

5 comentarios:

Fiebre dijo...

¡Dios mío de mi vida!
A tu lado la Pantoja se queda corta.
Aquí mi menda, escéptica por naturaleza, como tu amigo el médico se va a tener que plantear el leerte.

Un saludo.

en las nubes dijo...

Nunca lo habia oido jajaja cuidado con ese Toque...

. dijo...

changos con el medico ese!! aunque sigo sin creer que haya sido tu culpa, dejo saludos!!!!

Single Lady dijo...

¿Ese Pauli es el del principio de exclusión? Sea como sea, tu blog tiene gracia, te agradezco que te hayas hecho seguidor del mio (:
No creo que tu presencia en mi tablón de comentarios me vaya a traer mala suerte, puesto que no se considera contacto directo, así que pásate por allí cuanto quieras, ja ja ja.

Saludos.

Miguel Baquero dijo...

Escribo malamente, con un brazo escayolado, porque desde que entré a leer tu blog me han ocurrido una serie de desgracias impresionantes...

Pero desde aquí tienes todo mi apoyo.