miércoles, 19 de noviembre de 2008

In memoriam. El pollito (II)



Pollito, al salir del cole nos separamos pero no del todo. El contacto seguía, y bajo el nombre de “los de ciencias” o “los de letras” un pequeño grupo de compañeros seguíamos en contacto con mayor o menor regularidad.
Te decantaste por las leyes, otros compis por la medicina y, como casos raros, S se introdujo en el mundo del ladrillo y yo en el de los ingeniosos artilugios. A veces alguno de nosotros quedábamos en aquella cervecería los viernes por la tarde, y gracias a ello supe de ti, que no eras mal estudiante aunque tampoco de los buenos y la verdad, no me contaban nada significativo, solo que seguías “palante”, aunque me imaginaba que tu mala suerte haría auténticos y desastrosos estragos en la facultad, como yo en la escuela donde estudiaba.
Los intentos que se hicieron por reunirnos todos, no tuvieron suerte hasta que, al terminar la carrera de derecho el marquesito, niño pijo de la clase, celebró su flamante título por todo lo alto con su familia en un restaurante de postín,dado que su padre era un abogado de prestigio. Fue él quien, deseando tener un segundo “homenaje” tuvo la mala fortuna de querer reunirnos a los de ciencias y a los de letras en una “cena” de fin de carrera en su honor.
Recuerdo que empezó a llamar a toda la gente para reunirnos en un restaurante de lujo, pero casi todos éramos pobres de solemnidad, estudiantes sin terminar la carrera, así que la propuesta alternativa era tomar una cerveza con unas tapas en el sitio de siempre pero el marquesito, empeñado en su homenaje escogió como alternativa (trágico error) una cervecería-freiduría de las de barrio, donde te sirven bandejas de pescado baratas.
Yo no iba a ir, pero desgraciadamente, S. estuvo “animándome” porque “recordaríamos viejos tiempos”, y tu, pollito, habías sido invitado pero porque querían reirse de ti.
Aquella nefasta noche de finales de Septiembre, de los 17 “invitados”, solo aparecimos 8, el marquesito, vestido impecable con su chaqueta y corbata chocaba con ese ambiente de tasca de pescao frito de barrio, el Valverde, pelota del marquesito que, como él había acabado la carrera y buscaba afanosamente un puesto en el bufete del susodicho (nunca lo consiguió),y el caracaballo, cuyo rostro equino hacía, cuando éramos niños que le relincháramos en el recreo. Ellos tres habían terminado la carrera de derecho, y tu pollito eras el cuarto de ese gremio, pero. mala suerte, aún te quedaban asignaturas pendientes para terminar. Del lado de las ciencias, S. mi sufrido amigo dedicado al mundo del ladrillo y la construcción, el tito, un individuo pendenciero y revolucionario donde los haya, eterno delegado curso tras curso en el colegio y que, con esa condición estuvo a punto de pegarle a un cura delante del director del cole, y cada vez que me acuerdo de el me duele mi cogote pues un día me dio un tortazo en la nuca recién pelao que me tiro al suelo. El tito se decanto por la medicina, quizás para, después de liarse a piñas con alguien, curarle las lesiones y encima cobrarle la asistencia.Tambien apareció Paulino, gran amigo de todos que tuvo que dejar los estudios por la muerte de su padre, para ocuparse del negocio familiar, y por ultimo estaba yo.
Sentí alegría al verte, pollito, y pude comprobar que seguías estando algo obeso, nos saludamos y quise saber mas de ti, pero llegó el resto de la gente, y así, en grupo, pasamos a un estrecho comedor, decorado con Vírgenes del Rocío, toreros y folklóricas, nos juntaron dos mesas y nos acomodamos ocupando la presidencia (como no) el marquesito, a su diestra el Valverde y a su siniestra el cara caballo, indicando de esta manera que se encontraban “por encima” de todos nosotros.
Pollito, recuerdo muy bien que nos pusieron el uno frente al otro justo al final de la mesa, entre comentarios jocosos de “los gafes deben estar juntos” mientras hacían ademán de separar sus sillas y alejarse de nosotros, como si nuestra mala suerte no fuera a jugarles una mala pasada.
Nada mas servir las bebidas, tres enormes jarras de cerveza, el marquesito quiso emular su celebración familiar, y levantándose, comenzó a improvisar un discurso:
-Estamos aquí para celebrar que hemos acabado….
-¡¡¡¡Dame atun encebollaoooooooo!!!! Interrumpió una voz potente
-porque ya soy abogado en ejercicio…..
-¡¡¡¡Una de chocos y otra de chipironesssssss!!!! Dijo otra voz algo mas ronca
Y es que, el ambiente en el bar no permitía ningún discurso. Los camareros pedían los platos de los clientes a voces, y las mesas relativamente cercanas unas a otras restaban intimidad a la ceremonia protocolaria. Viendo que sus esfuerzos eran ímprobos, el marquesito terminó brindando con cerveza y pasándonos una tarjeta de visita, donde figuraba debajo de su nombre el rotulo, en mayúsculas, de “abogado”.
El camarero, después de servir las bebidas comenzó a tomar nota de los platos, y recuerdo perfectamente que nos recomendó unas ostras frescas, a ello siguieron boquerones, puntillitas, adobo y calamares si mal no recuerdo, que comenzaron a llegar gradualmente entre comentarios lejanos del principio de la mesa sobre una prometedora carrera juridica,halagada por el pelota del Valverde y el caracaballo.
Pollito, rápidamente me dí cuenta de que tu estabas ajeno a todo lo que pasaba en la mesa. Tu estrategia era el “dame pan y dime tonto”. La conversación empezó a derivar hacia ti, el Valverde contó algo sobre un profesor de la facultad que se cayó por las escaleras nada mas cruzarse contigo. Empezaron a reírse de ti, pero estabas ajeno a todo, sencillamente parecía que tenías mas hambre que los niños del tercer mundo y las bandejas que caían del lado de nuestra mesa eran devoradas inexorablemente por tu voraz apetito. De las ostras, pude arrebatarte un par de ellas, y de los calamares recuerdo como nos abalanzamos por el mismo ejemplar que pinchamos con nuestros tenedores, y cortésmente te deje que lo cogieras.
Creo recordar que fue precisamente cuando trajeron los calamares, el momento que esa cena comenzo a degenerar. Una bolita de papel de servilleta estuvo a punto de caer en mi cerveza, y pude comprobar cómo otras bolitas de papel empezaron a llover sobre nuestra zona. El Valverde, ademas de hacer comentarios jocosos sobre la mala suerte que teníamos, comenzaba a jugar al baloncesto tomando como canastas nuestras cervezas, el caracaballo observaba y reía a carcajadas, emulando a la mula francis cada vez que una bolita de papel salía volando por los aires, y así poco a poco esa fatídica cena se fue calentando hasta que una de las bolitas de acertó de lleno en la cerveza del tito el cual, de forma inesperada, proyectando fuego con los ojos y con cara de pocos amigos, cogió un limón de aliñar los calamares y , estrujándolo en la mano, amenazó al Valverde con tirarselo, ante lo cual el Valverde se defendió extendiendo el brazo con un tenedor en cuyo final había un boquerón pinchado. Tito, con muy mala idea, apretó el limón en su mano proyectando un chorro abundante de zumo que,en vez de salir recto, salió perpendicular y aterrizó en la corbata del marquesito, lo cual hizo que el Valverde esbozara una sonrisa cínica simiesco-mongoloide, y al mismo tiempo una carcajada equina salió de la amplia boca del caracaballo. Tito, ya muy enfadado, parece que seguía teniendo una edad mental de 10 años como mucho, cogió un vaso e hizo el ademán de lanzárselo, lo que derivó que en un movimiento instintivo ,al protegerse con el brazo, el Valverde dió un manotazo tirando una jarra de cerveza,la cual como un río se desparramó por la mesa, hasta caer en el suelo mojando todo lo que había a su paso, lo que hizo que nos tuviéramos que levantar rápidamente, incluso tu pollito, con la mojama en la boca te levantaste de un salto.
Después de ese incidente, los ánimos volvieron a una normalidad relativa, pero nos dimos cuenta que el Valverde y el caracaballo no sabían beber y estaban demasiado alegres. Viendo que tito estaba molesto y con ganas de bronca, Valverde y caracaballo pusieron sus ojos sobre nosotros los gafes, el caracaballo se levantó y se dirigió a nuestra esquina diciendo que “iba a cantar una saeta a los gafes”.La gran suerte de nuestra mala suerte es que el suelo estaba lleno de cerveza y el caracaballo se resbaló y cayo de rodillas, apoyando sus manos en la mesa, tirando del mantel de papel y arrastrando en su caída una bandeja creo que puntillitas que tuvo que ser repuesta, pero que te dejó tus pantalones, pollito para que los de ariel hicieran algún milagro. Por supuesto, la “cena” era seguida en directo por los sufridos camareros y algunas familias que se encontraban en mesas cercanas.
Al rato,cuando pensábamos pedir un postre para terminar, apareció un hombre bajito, calvo, regordete, con gafas de culo de vaso y un medallón de oro de 400 kilates de la Virgen del Rocío.
-Los caballeros pagan y se van, no se sirve nada mas, nos dijo con mala cara, y después de indicarnos que estaba reservado el derecho de admisión, que no sabiamos comportarnos y algunas lindezas invitándonos a abandonar el local, despidiéndose con una frase parecida a “estos ojos son dos camaras de fotos, aquí no entrais mas”. Era el dueño del bar que, harto de nuestro comportamiento nos invitaba a marcharnos.
Fue en la calle cuando el Valverde echó la culpa al tito de que nos echaran, momento en que tito se le abalanzo al cuello y tuvimos que separarlos entre todos, mientras entre ellos se intercambiaban todo tipo de insultos. El Paulino se llevo al tito por un lado, el Valverde, el caracaballo y el marquesito se fueron por otro, y así terminó esa trágica cena.

Al dia siguiente, tras desayunar comencé a sentirme mal. Un fuerte retortijón de estomago me llevó al baño donde tuve un primer episodio de diarrea, al que siguieron vòmitos. El medico me indicó que tenia una gastroenterítis, debida con toda seguridad a una intoxicación alimentaria. Cuando llame a S. estaba tambien en el retrete, donde pasaba largos ratos en compañía del señor Roca. Paulino nos indico que tambien cayo enfermo con los mismos síntomas de vómitos y diarreas, al igual que el tito, el cara caballo, y el marquesito. Pero sin duda quien estuvo peor, y a punto de ir al hospital fuiste tu, pollito. Todo parece indicar que las ostras estaban malas, y con tu mala suerte aliada a tu voraz apetito, te hartaste de ellas, y estuviste dos semanas enfermo, pasando largas horas en el retrete entre diarreas y pedorretas.
Quiero indicarte, pollito, que el año pasado me tropecé con el marquesito por la calle, iba todo enchaquetado y encorbatado. Volvió la cabeza al verme, se nota que no estoy a su altura o teme la mala suerte. Al tito lo veo a veces, y tambien me vuelve la cara. Ambos han llegado lejos profesionalmente y no querran nada con gafes y fracasados.
Y es que mientras que unos nacen con estrella, otros nacemos estrellados.

Pollito, ¿te acuerdas de nuestro ultimo encuentro? Fue terrible, me entran escalofrios al recordar esa noche, pero es largo de contar. Los proximos dias, en tu memoria, lo colocare en mi blog.

1 comentario:

irene dijo...

Pues vaya cena, terminó como el rosario de la aurora, hay que ver, sois como niños. Ahora en serio, esas reuniones es lo que tienen, el tiempo lleva a cada uno por un camino, y es muy difícil, salvo excepciones, que se mantenga una amistad y que haya lazos de unión, una vez fuera de la universidad.
Yo tengo antiguos compañeros de trabajo, a los que aprecio mucho, y siempre estamos diciendo, a ver si comemos, a ver si quedamos, y no llega nunca el momento, así que hemos formado una peña que se llama la peña de los Aversi, todavía no hemos hecho ninguna reunión, espero que si la hacemos, no termine como la vuestra.
Besos, gafito.